viernes, 23 de mayo de 2014

Sombras en la noche (CXXIV)

Anodinas existencias pululando. Mario Daniel no veía otra cosa. Gente hablado de lo que otros habían hablado sobre ellos. Una telaraña social de tedio. Carencia total de innovación y locura mágica. La omisión como pedestal de la superioridad moral. Capacidad de transgresión capada.

¿Cómo iba a poder Mario Danilo aguantar a aquellos gilipollas sin una cerveza en la mano?


sábado, 17 de mayo de 2014

Sombras en la noche (CXXIII)

En la más absoluta ingrimitud de la noche iluminada por la siempre seductora iluminación de la Luna Llena, Mario Daniel se sentía un Dios apartado y por encima de la estupidez del mundo, de ese invento mundano gregario que es la imposición del bien y el mal.

A ese sentimiento de desdén propio de un ser superior (aunque lo fuese por diferencia) se unía otro mucho más romántico: nadie sabía dónde estaba ni qué hacía. Si moría tardarían uno o dos días al menos en hallar los huesos de su cadáver, carcomidos por los buitres que volaban en círculo sobre su cabeza ansiando carnaza.

Nada podía entorpecer la maravillosa sensación de recuperar una infinita libertad natural a diario perdida...

sábado, 10 de mayo de 2014

Sombras en la noche (CXXII)

- La pasión no puede ser domesticada- le decía una amante a Mario mientras este se fumaba un cigarro en la cama.

- ¿Lo leíste del anuncio de Bacardí, no?

- No tengo tu creatividad pajero de mierda.

- No la sufrís querrás decir.

domingo, 4 de mayo de 2014

Sombras en la noche (CXXI)

"El ocaso de la tormenta será el principio del amanecer dorado".

Con esa frase inscrita en una lápida Mario tornó la cabeza atrás para volver a mirar con garbo incrédulo.

Pero estaban allí la frase y el pensamiento de la posibilidad que se acogía a Mario con la firmeza del que agarra una mano sin querer soltarla sabiendo que pronto va a morir.

viernes, 2 de mayo de 2014

Sombras en la noche (CXX)

De la obsesión por el tiempo, ¿qué carajo es el tiempo?, que indefectiblemente huye sin retorno posible Mario tuvo una ensoñación.

La muerte besaba su rostro en un recóndito desierto tapando su cuerpo para perderse este por siempre bajo una nube inerte de polvo.

Pero, ¿qué ocurría con el alma?, ¿existe en nosotros algo eterno?, ¿muere todo lo que somos al morir nuestro cuerpo?

Lloraba Mario sin consuelo posible mientras bebía un café que con el sabor de las lágrimas contenidas sabía de un amargo entre los azulejos de su baño.