lunes, 28 de febrero de 2011

Sombras en la noche (XXXIV)


De no apuntar las brillanteces que se me ocurrían muy de cuando en cuando, éstas se me olvidaban motivando mi desesperación por recordarlas. De repente, una imagen evocadora devolvíame la genial elucubración que pasaba a yacer en mi bitácora esperando a que alguien, de una maldita vez, la leyera por fin.

domingo, 27 de febrero de 2011

Sombras en la noche (XXXIII)



Ahora parecía que todo lo que conocemos, no detentaba significado ni causa alguna. El universo había surgido del azar, de las moléculas materiales que se atraían o se alejaban. La capacidad intelectual del hombre era lo suficientemente desarrollada y poderosa como para preguntarse cuestiones metafísicas, gnoseológicas y en definitiva referentes a la filosofía. Sin embargo, no podía responder adecuadamente a tales cuestiones.

El porqué como elemento diferenciador del animal humano con respecto a los demás seres vivientes. La ignorancia de la niñez como sinónimo de felicidad. Mi pensamiento desvaneciéndose entre su pelo enmarañado por la cama, entre la pereza que le daba levantarse cada mañana sin tener nada que hacer y la comodidad absoluta que le brindaba su colchón viejo de muelles que al paso de los años y los kilos se iba tornando cada vez más blando y fino. Ella solía decir que con el tiempo, algunas púas localizadas de los resortes sobresalían pinchándole el trasero y la espalda. A mí, me hubiera gustado compartir aquel dolor de repulsa inmediata del cuerpo junto a ella. O quizá no. La inseguridad, la indecisión, la incertidumbre se apoderaban de mi persona haciéndome carne de cañón, toro manso que va a la plaza, papel mojado y demás cosas por el estilo.

sábado, 26 de febrero de 2011

Sombras en la noche (XXXII)



Resultaba ahora que el universo, la totalidad total; el todo radicaba en la mente humana, ese instrumento poderosísimo que hacía y deshacía vidas por medio de una voluntad esotérica, un Dios maquiavélico que disponía y administraba concediéndonos una libertad limitada dentro de nuestras barreras que no eran otra cosa que el conjunto de nuestras incapacidades. Entonces ese Demiurgo aburrido, inventó un juego reglado en el cual el humano ostenta el papel de jugador máximo, de súmmum evolutivo. Ahora resultaba que ese ser supremo y todopoderoso, hubo concedido a los adanes que poblamos este planeta ciertas cualidades mínimas que el poseía mas no la inmortalidad, la absoluta transcendencia contingente, ni la facultad de crear partiendo de la nada. De todos modos, ¿qué es la nada?

-          No creo que nadie sepa lo qué es la nada porque la nada no es; y como somos y percibimos lo que es, no conocemos la nada, es decir, lo desconocido que no es.
-          ¿Y que pensás de lo del Dios creador que dispone y ordena dando al homo un margen de libertad?
-          Que es una invención no sé si tuya carente de evidencia e indemostrable. Es un apriorismo que a ver si aciertas. Pero no está mal pensada ni adolece de talento e imaginación.
-          (Contradiciéndose por nonagésimo nona vez). La nada es lo que fuimos y lo que seremos. Nada se opone a existencia, a vida. La nada es lo que somos mientras no vivimos.

viernes, 25 de febrero de 2011

Sombras en la noche (XXXI)



-          ¿Y vos creés que vivimos de mentiras?
-          No generalices.
-          La pluralidad en el ser humano; una cualidad en peligro de extinción.
-          Mientras tú existas no (entre risas, enseñando sus dientes amarillentos).
-          Sí, pero tú me hiciste una noche unas valiosas declaraciones a este respecto mientras íbamos persiguiendo al metro (que no subterráneo).
-          Me acuerdo. Te dije que nosotros movíamos la mano (metáfora del amor). El amor que supuestamente intentamos perseguir es un producto de nuestra mente; no un elemento objetivo al que deseamos por sus cualidades propias. Nuestro cerebro es el que hace que las cosas sean. Si amo a aquella mujer no es por que sea la más guapa ni la que más tetas tenga sino porque una serie de elementos químicos entrelazados entre sí en el seno del conjunto de mis neuronas.
-          Sin embargo, no es tampoco ningún choco.
-          Su imagen, es también un resultado de la percepción visual procesada por mi seso a partir de un elemento objetivo y tangible que es su cuerpo. Elemental amigo mío (con petulancia sabionda).

jueves, 24 de febrero de 2011

Sombras en la noche (XXX)


No sé si sería un cobarde, un visionario, un loco o un excéntrico incomprendido. El caso es que fracasaba con las mujeres. Sus languideces me superaban en todos los aspectos. 

Al final, había que resignarse para buscar otro sitio donde depositar las mismas vanas y falsas esperanzas e ilusiones de siempre. Al fin y al cabo, nadie se ha sentido satisfecho no habiendo hecho nada. Todos necesitamos un lugar adonde ir, alguien a quien amar y odiar, un plan con un objetivo implícito por cumplir, etc.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Multiculturalidad y derechos humanos

El escrito desarrollado a continuación abordará la amplísima temática que versa sobre la multiculturalidad y los derechos humanos así como las diversas impresiones propias a través de los textos a estudiar; en su estructura interna se compondrá de un desarrollo sobre el tema conforme en la mayor medida de lo posible a los requisitos exigidos.




Desarrollo



La inmigración se ha convertido en una de las cuestiones centrales del debate público en la mayoría de las sociedades desarrolladas. A las viejas pero siempre actuales discusiones éticas sobre la legitimidad de los Estados para imponer barreras a la libertad de circulación de las personas se han sumado en los últimos tiempos las derivadas de los impactos sociales, políticos, económicos y culturales de los flujos migratorios. En este contexto se produce una singular paradoja. Por un lado, los países occidentales industrializados reconocen la necesidad de importar mano de obra ante el envejecimiento de la población, la falta de oferta nativa para desempeñar determinadas actividades laborales y un si fin más de necesidades. Por otro, en esos mismos Estados se producen determinadas reacciones y corrientes hostiles hacia la inmigración que se contempla como una amenaza para la estabilidad y la identidad de las sociedades anfitrionas. En consecuencia, los gobiernos responden a los flujos migratorios con una mezcla de restricciones de los legales y amnistías de los ilegales. Esta esquizofrenia maximiza los costes derivados de la inmigración sin aprovechar los beneficios que ésta podría proporcionar.

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El punto de partida de una reflexión acorde a la Carta de Derechos Humanos de 1948 sobre la inmigración consiste en reconocer la libertad de emigrar y de inmigrar como un derecho humano fundamental. Es incoherente defender la libre circulación de bienes, de servicios y de capitales y oponerse a la de las personas. Desde esta perspectiva, los obstáculos a la entrada o a la salida de/o en un país determinado de los individuos constituyen un atentado a sus derechos legítimos. En este marco principista, la mejor política de inmigración es la que no existe.

Sin embargo, ese enfoque se ve matizado por un elemento fundamental. Si bien es cierto que los individuos han de tener la libertad de ofrecer sus servicios en cualquier lugar del mundo, también lo es que los demás han de tener la capacidad de aceptarlos o de rehusarlos por las razones que estimen convenientes. La libertad de migración no implica pues que un “extranjero” tenga el derecho de ir donde le plazca, sino donde se le quiera recibir. En una organización social sustentada en la propiedad privada, los derechos de los individuos son condicionales, es decir, se permite el acceso a la propiedad de otro a condición de respetar las reglas y pagar el precio eventualmente demandado. De esta manera, el derecho de exclusión, con independencia de los criterios con los cuales se ejerza, es un ejercicio legítimo en una sociedad liberal y abierta, así como un mecanismo de autorregulación .

En el terreno práctico, esos criterios filosóficos se ven perturbados por un hecho: La expansión de la actividad estatal que de iure y de facto ha monopolizado el derecho de exclusión. En este marco no son los individuos de acuerdo con su libertad contractual quienes ejercen la posibilidad de aceptar o de rechazar transacciones mutuamente beneficiosas con ciudadanos de otras naciones sino los poderes públicos de acuerdo con fundamentos no sólo económico sino de otra naturaleza y que, por definición, son arbitrarios. En realidad, las autoridades gubernamentales actúan como monopolizadores de la exclusión y, por tanto, operan como los propietarios del territorio dentro del cual ejercen su soberanía. En los Estados democráticos, esto se traduce en la inexistencia de reglas estables y sensatas sobre los movimientos internacionales de población que aparecen sometidas a los distintos vaivenes de la opinión, impiden la realización de acuerdos voluntarios y libres entre la oferta de inmigración y su potencial demanda e introducen la discrecionalidad política en su regulación.

En este plano, los gobiernos democráticos se enfrentan a una dificultad insoluble a la hora de diseñar un aspecto clave de sus políticas de inmigración: La determinación de cuáles son los flujos migratorios que el país precisa. Esta es la causa determinante de buena parte de los problemas generados por la inmigración en las sociedades de acogida.

El abandonar el país de origen requiere coraje o desesperación. Emigrar no es una “comida gratis”. Tiene una serie de costes económicos, sociales, culturales y afectivos que son o pueden ser muy elevados. Esto significa que los inmigrantes suelen personas más esforzadas, audaces e imaginativas que la media de su país de origen y también que el promedio de los habitantes de la sociedad anfitriona. Por ejemplo, los miembros de las minorías étnicas en España tienen mayor propensión a convertirse en empresarios que la población “autóctona”. Los inmigrantes son normalmente las “élites” de todas las capas sociales de sus naciones de origen. Eso vale tanto para las corrientes migratorias legales como para las ilegales.

En cualquier caso, la existencia de incentivos muy poderosos para que la gente emigre, con independencia de su deseabilidad, plantea serias dificultades para articular medidas restrictivas que funcionen. Los flujos migratorios se han acelerado de manera sustancial en los últimos quince años y todo indica que esa tendencia se intensificará en el corto, en el medio y en el largo plazo.

Los motores más importantes que impulsan la inmigración hacia los países ricos en el lado de la oferta son básicamente cuatro: I) Las oportunidades de empleo y los deseos de mejorar el nivel de ingresos funcionan como un poderoso imán de atracción; II) el caos y la represión política existentes en los países exportadores de mano de obra también I) la transición de economías agrarias a la industrialización ya que esta implica una nueva reasignación de los recursos desde sectores primarios a la industria que provoca flujos migratorios del campo a la ciudad y al extranjero y IV) los programas de bienestar social existentes en las naciones desarrolladas que actúan como un mecanismo de atracción que en muchos casos incentiva la entrada de buscadores de rentas más que de creadores de riqueza.

Por lo que se refiere a la demanda en los países que reciben emigrantes, los elementos que impulsan la inmigración son los siguientes: I) La demanda de una fuerza laboral para actividades que no desean realizar los nativos; II) la escasez de mano de obra cualificada para determinadas actividades en las economías avanzadas y III) el envejecimiento de la población que exige importar mano de obra para sostener el crecimiento económico y para evitar que recaiga sobre la población nativa ocupada una carga fiscal abrumadora. Esos tres factores se retro alimentan ya que las sociedades ricas y envejecidas crean puestos de trabajo que la población del país receptor no quiere ocupar. Por último, los países industrializados intentan captar también capital humano cualificado para trabajos en los cuales la oferta doméstica no es suficiente. Esto significa que la demanda de trabajadores va a aumentar tanto en los segmentos altos del mercado como en los bajos.

El grueso de los flujos de población a escala internacional se concentra en inmigrantes poco cualificados que se ven atraídos por las posibilidades de prosperar que les abren las sociedades opulentas. La mayoría de ellos no tienen vocación de permanencia en el país anfitrión y aspiran a retornar a sus lugares de origen. Estos constituyen también la parte del león de los ilegales. Los involuntarios, esto es, los refugiados, los demandantes de asilo se han incrementado de manera sustancial en los últimos veinte años a causa de los procesos políticos y de los conflictos bélicos que se han producido en algunas regiones del planeta.

En un entorno de libre circulación de capitales, las barreras a la inmigración o los aranceles no lograrían detener el proceso de ajuste derivado de los intentos de elevar o de preservar los salarios de los nativos de manera artificial protegiéndoles de la hipotética competencia de la mano de obra extranjera. Simplemente, este proceso seguirá su curso en forma de una aumento de las exportaciones de capital a los países con salarios más bajos. Al mismo tiempo, los ciudadanos de los países con unas restricciones inmigratorias fuertes pueden perder como consumidores lo que creen ganar como trabajadores, ya que las restricciones imponen obstáculos a la división internacional del trabajo, a una eficiente localización de la producción y de la población lo que reduce el bienestar general.

En cualquier caso, el desempleo no guarda relación de causalidad con la inmigración sino con la mayor o menor flexibilidad del mercado de trabajo. El problema básico en sociedades con un paro elevado y con rigidez laboral es que la llegada masiva de inmigrantes puede crear tensiones sociales y políticas, empujar a esas personas a la marginalidad e imponer una sobrecarga a los presupuestos públicos como consecuencia de las prestaciones sociales y otros costes derivados de la inmigración.



Por lo que se refiere al impacto de la inmigración sobre el Estado del Bienestar, sobre los impuestos y sobre los gastos estatales la evidencia empírica cosechada es mixta y no permite extraer conclusiones definitivas. En un primer momento, los inmigrantes son generalmente contribuyentes netos a las arcas públicas porque constituyen mayoritariamente un colectivo de individuos jóvenes en edad de trabajar y el país receptor no ha tenido que pagar su educación. Ahora bien, este panorama cambia si se contempla en términos dinámicos. En efecto, los inmigrantes tienden a crear familias más grandes que los nativos, a ser más pobres y tienen más posibilidades de caer en el paro en coyunturas de debilidad económica. Así pues, su demanda de gasto social puede ser superior a la de la población nativa. Al mismo tiempo, los Estados con más amplios sistemas de protección social atraen más inmigrantes y éstos permanecen más tiempo en ellos..

Por el contrario, la estabilización y/o la disminución del número de inmigrantes recibidos por Europa tendría un efecto demoledor sobre el nivel de vida de los nativos europeos en edad de trabajar que deberían soportar una carga fiscal desproporcionada para sostener a una población pasiva muy elevada.

Uno de los factores que focalizan el debate sobre las corrientes migratorias es el espectacular crecimiento de la inmigración ilegal. A ella se asocian las peores manifestaciones del fenómeno migratorio: delincuencia, explotación etc. En términos simples se trata tan sólo de una divergencia entre el número de individuos extranjeros que un país está dispuesto a aceptar y quienes quieren entrar en él. Como los costes legales y administrativos de ser inmigrante legal son muy altos en la mayoría de los Estados desarrollados, la emergencia de un mercado negro que permita eludir esas restricciones es inevitable. También lo es el desarrollo de una floreciente actividad empresarial que ha convertido el tráfico ilegal de inmigrantes en un próspero negocio.

Una razón expuesta por aquellos sectores contrarios a la inmigración es el de su relación con la delincuencia. La pregunta es sencilla: ¿Tienen los inmigrantes una mayor propensión a cometer delitos que los nativos? Resulta obvio que a medida que aumenta el número de extranjeros en un país, también lo hace el número de violaciones de la ley cometidos por ellos en términos absolutos. Es pura lógica estadística. Ahora bien, la mayoría de los estudios realizados sobre la materia no muestran que haya una relación constante y estable entre delincuencia e inmigración. La población inmigrada no tiene siempre y en todas partes tasas de criminalidad mayores, menores o iguales que la autóctona. Todo depende del lugar y del período que se considere. Para decirlo con claridad, el incremento de los flujos migratorios no se traduce de manera inexorable en una amenaza para la seguridad de la sociedad huésped..

Del mismo modo, en multitud de ocasiones se asocia la percepción de la imagen mayor inmigración/mayor criminalidad por amplios sectores a la opinión a la singular atención concedida por los medios de comunicación a las actividades delictivas desplegadas por los no nativos. Esto no significa que no haya épocas en las cuales, el índice de criminalidad ha sido superior en la población inmigrada que en la nativa. Pero en el largo plazo y en términos relativos, los delitos cometidos por ambos colectivos tienden a ser similares

Los argumentos económicos son necesarios pero no suficientes para suavizar las fuertes restricciones legales a la inmigración y la oposición a ella existente en extensos sectores de la opinión pública. Los inmigrantes y los nativos a menudo sienten sentimientos encontrados en sus relaciones de convivencia. Los primeros quieren sentirse en casa pero también mantener, con distinta intensidad, sus valores y su cultura. Los segundos aspiran a integrar a los inmigrantes sin alterar los fundamentos del orden social. Este dilema se plantea con mayor intensidad en Europa y en concreto en nuestro país que en los EE.UU. América tiene una larga experiencia en hacer coexistir culturas diferentes. Europa carece de ella y además se enfrenta a una poderosa corriente migratoria procedente de un mundo muy distinto al suyo, como lo es el Islam, que es percibido en muchos ámbitos como una amenaza, que se siente de manera más intensa desde los acontecimientos del 11-S, y el 11-M.

En nuestro ámbito, debemos destacar que el prejuicio contra el Islam tiene una larga historia en España. No viene al caso remontarse en esta conferencia a la imagen deformada desde un combate religioso que alcanzó su cénit entre los siglos XVI y XVII. Cénit que sirvió para la justificación de una exclusión que terminó en expulsión masiva de una minoría, los moriscos.

Giovanni Sartori, en su texto, ha posicionado al musulmán como "enemigo cultural" de la Europa civilizada. Para llegar a esta conclusión se apoya en una visión reduccionista del Islam, convertido en "cultura teocrática que no separa el Estado civil del Estado religioso y que identifica al ciudadano con el creyente", en una religión que no reconoce la ciudadanía más que a sus fieles. Pero ver el Islam en abstracto, como se pretendió definir hace 14 siglos, sin querer reconocer que en la mayor parte de los estados musulmanes de hoy los musulmanes viven en sociedades donde de facto las dos esferas de lo civil y lo religioso se encuentran separadas aunque no digan reconocerlo, sometidas a sistemas jurídicos inspirados en los europeos y sin más condicionamientos al derecho islámico que los que marca el derecho de familia, es aferrarse a una visión del Islam fuera de la realidad. Querer convertir en intérpretes del Islam a los sectores más oscurantistas, violentos y antioccidentales como son los movimientos islamistas, es ignorancia o mala fe, pues de ninguna manera encarnan el islam que practica la mayoría de los ciudadanos que provienen de esos países.

El desconocimiento profundo del Islam en nuestro país permite su fácil diabolización en los medios de comunicación y la opinión pública. El practicante islámico obedece cada vez más a su propia voluntad. No es la coerción social y cultural de su esfera familiar la que le mueve a practicar su religión sino su decisión personal.



No obstante, el problema fundamental es el de mezclar los principios democráticos de un Estado occidental y plural con los intereses de ciertos sectores integristas musulmanes, cuyos principios actuales se basan en valores contrarios a la tolerancia, el respeto y la democracia. La reciprocidad es un factor muy importante, mientras que en multitud los países musulmanes no existen ni la democracia ni la libertad de culto y ocurren sucesos trágicos como el recientemente acaecido en Egipto, resulta paradójico que las comunidades musulmanas pretendan aprovecharse de la laicidad de los estado democráticos en su propio beneficio cuando ellos no lo harían nunca en sus países de origen.

Por otro lado, las restricciones a la inmigración son inútiles y no van a lograr detener las corrientes migratorias. Ahora bien parece obvio que los habitantes de cualquier país se horrorizan ante la idea de que una masiva ola de extranjeros les “invada”, por temor a que un día queden convertidos en una minoría dentro de su propio territorio y/o a que minorías externas cohesionadas, con fuertes incentivos para la acción colectiva puedan alterar el hábitat institucional y cultural de la nación vendiendo sus votos a quienes les concedan determinados privilegios. Guste o no, esos temores existen y son alimentados desde muy distintas esferas de la opinión pública.

¿Qué valores morales y normas de comportamiento deben exigirse que la gente respete en una sociedad abierta? La respuesta es muy sencilla: Los principios del Estado de Derecho. Los inmigrantes han de aceptar las reglas de la comunidad en la cual desean entrar como invitados o como socios. Esto supone respetar las leyes y los valores de las sociedades de acogida. Los “extranjeros” no pueden recibir trato discriminatorio alguno ni a favor ni en contra. Sus costumbres, sus valores, sus tradiciones han de ser permitidas siempre y cuando se ejerzan en la esfera privada y no violen la legalidad vigente. En nombre de la protección del derecho a la libertad de expresión y de religión no se puede tolerar la incitación a la violencia de un imán como no se tolera la de cualquier otro individuo sea nativo o extranjero. Como se ha comentado antes, la propensión a delinquir de los inmigrantes no es superior a la de los nativos y, por tanto, no se elimina con leyes más restrictivas si no mediante la aplicación de la ley.

Ese marco de referencia se ve erosionado por la actitud de los propios gobiernos, en especial de los europeos, quienes practican una política equivocada con un impacto potencial explosivo. Por un lado levantan barreras elevadas a la inmigración legal; por otro suelen conceder a los inmigrantes de culturas foráneas un plus de derechos en función de su pertenencia a una minoría étnica, cultural o religiosa. Esta infección multiculturalista es la causa de uno de los peores subproductos derivados de los flujos migratorios procedentes de algunas áreas, en concreto, de la sanción legal del “sistemas de tribu”, de ghettos, de separaciones culturales desintegradoras, no integradoras. Esta es la fuente principal de las tensiones generadas por determinados huéspedes en las sociedades anfitrionas, el freno más poderoso a su asimilación y un factor determinante de la hostilidad hacia la inmigración existente en algunas zonas de Europa. Los derechos de ciudadanía son la esencia de una sociedad abierta y si se reformulan en “derechos de ciudadanías” (plurales y separadas), aquella se rompe y se subdivide en sociedades cerradas.

En un esquema de multiculturalismo legalmente sancionado pueden surgir graves problemas porque la segunda generación de inmigrantes tiene serias dificultades para definir su papel en esa misma sociedad que ha aceptado, incorporado y sancionado la diversidad cultural. Esto tiende a generar un clima de hostilidad y de alineación entre huéspedes y anfitriones con connotaciones explosivas. Los hijos de los inmigrantes, a diferencia de sus padres, tendrán serias dificultades para contemplar la sociedad de acogida como la Tierra Prometida. De esta forma, sus demandas de reconocimiento normativo de sus peculiaridades se convierten en un elemento de exclusión, en un obstáculo para su integración. Esto no afecta sólo ni principalmente a las comunidades musulmanas, sino a todas aquellas que hacen de sus elementos diferenciales mundo autárquico y autosuficiente.

martes, 22 de febrero de 2011

Del estado social al estado medioambiental

El escrito desarrollado a continuación abordará la temática del tránsito del estado social al estado medioambiental así como las diversas impresiones propias sobre las palabras pronunciadas por el profesor José Luis Bolzan de Morais el 29 de noviembre de 2010 a las 13:00 horas en el salón de grados de la actual facultad de Derecho de la universidad de Sevilla.




Comentario



En un momento histórico marcado en casi todos los ámbitos de la vida social por la crisis económica de 2008 (que ha azotado de forma especialmente intensa a nuestro país) en España se hace palpable un retroceso del Estado social marcado por la grave situación económica y que ha dado lugar a medidas que no hacen sino reducir la calidad de vida de los ciudadanos españoles tales como: supresión del “cheque bebé”, aumento de la edad de jubilación, congelación de las pensiones…



Este hecho amén del crecimiento de la miseria visible en nuestras fronteras; hace referencia al discurso en ocasiones catastrofista pero no falto de verdad pronunciado por el profesor Bolzan de Morais el cual aludía al anquilosamiento de las formas políticas hoy existentes para tratar este tipo de problemas así como los globales y medioambientales que serán tratados con posteridad.



Aludía el profesor brasileño, a la tendencia o el deseo en ocasiones contradictorio de más conquistas promotoras del bienestar social (con raíz marxista) que promuevan la igualdad; pero sin estar dispuestos los ciudadanos a tributar más, a ver sus posibilidades económicas amenazadas por los impuestos (ideología capitalista). En otras palabras, el conjunto de la población desea mantener o imponer las ventajas de ambos sistemas eliminando los inconvenientes tanto socialistas como liberales mediante el estado social de derecho que se ve desbordado ante tan costosas e inviables proposiciones (lo cual puede dar lugar al perniciosísimo aumento de la deuda pública). Un claro ejemplo de esto, es el descontento y las protestas populares dadas en el contexto particular de las vías de comunicación cuando el ciudadano se ve implicado en dos circunstancias excluyentes como son la obligación de pagar peajes al circular por autopistas pertenecientes al sector privado, o por otro lado el deber de contribuir con una mayor cuantía al mantenimiento y construcción de vías públicas.



Del mismo modo, cabe mencionar la existencia de un nuevo grupo social esencialmente joven surgido tras el reciente triunfo del el Estado de bienestar, el cual propone hacernos la vida más cómoda, fácil y feliz; originando la creación de un estrato de seres humanos débiles e inútiles, cobardes y confundidos, sin principios ni voluntad, sin razones para vivir, más allá del consumo y la diversión descontrolada, y cuyo propósito no es hasta hoy el buscar activamente un empleo que garantice la sostenibilidad del sistema en el futuro.

Por otro lado y pasando a la segunda parte del comentario, analicemos ya el origen de la problemática medioambiental la cual fue núcleo del discurso del jurista brasileño datado en la Conferencia de Estocolmo en 1972 en la cual las diversas naciones que integraban la ONU; acordaron luchar activamente contra el problema creciente de la contaminación del planeta.

La principal rémora que concierne a este problema, es como señaló el profesor Bolzan de Morais, su globalidad, es decir que afecta igualmente a todas las regiones geográficas del planeta independientemente de que hayan contribuido a generar polución o no.

Tradicionalmente, y aunque en multitud de contextos países externos fuercen a otros a abordar determinadas políticas, las naciones son soberanas e independientes dentro de su territorio y tienden además, a resolver su propia problemática y elaborar sus propias medidas sin atender a cuestiones ajenas. Un hecho desgraciado y condenable de obligada mención, fue el citado durante la breve mas brillante intervención del profesor Alfonso de Julios que señaló la construcción del estado sobre la exclusión, es decir, que sólo garantiza la eficacia y el disfrute de los Derechos Humanos en sus fronteras; negándolos a cualquier emigrante famélico sin documentación válida que quiera por necesidad quebrantar las barreras y leyes de extranjería vigentes y establecidas. De este modo, el bienestar de unos se construye sobre el malestar de otros. Y es que resultaría estúpido obviar la multitud de conflictos de intereses existentes entre cada comunidad e incluso dentro de ellas.

No obstante, el asunto del deterioro del medioambiente, no pone tan sólo en jaque a los países pobres o en vías de desarrollo sino también al mundo occidental desarrollado; lo cual compromete a las naciones más poderosas del mundo a buscar y aplicar soluciones a este respecto.

Lo expuesto, conmina a las naciones del mundo a la difícil tarea de construir un estado medioambiental sobre el social sin borrar u olvidar los avances de este, con el obstáculo aún mayor de la complicada circunstancia económica comentada inicialmente.

Como respuesta o solución a estos obstáculos que ponen en duda la sostenibilidad del planeta con una aceptable calidad de vida debemos inicialmente recurrir y confiar en la Organización de las Naciones Unidas la cual se encarga de solventar las mayores dificultades, injusticias y situaciones deplorables acaecidas en nuestro mundo. No obstante, numerosas voces e instituciones han puesto de manifiesto el fracaso más que evidente de la ONU en la resolución de emergencias tan relevantes como son la pugna contra el sida, el hambre, la implantación y cumplimiento de los Derechos Humanos o en la temática que más nos atañe, la lucha contra el cambio climático y la degradación de la biosfera.

Sirva, por tanto, como paradigma, la rotunda insuficiencia de las determinaciones tomadas en la cumbre de Copenhague celebrada en 2009 las cuales además no detentaban un carácter vinculante como la histórica firma sin ratificación de EEUU del protocolo de Kioto paradójicamente vicepresidido por el famoso activista Al Gore.

Estos fiascos parciales de la ONU, contrastan en muchas ocasiones con los éxitos que aunque relativos, cosecha la Unión Europea en su afán integrador, el cual promueve eficazmente la existencia de democracias implicadas con la sociedad; las cuales asumen competencias tan necesarias para el desarrollo y el bienestar común como son la educación o la sanidad así como en el respeto de los derechos fundamentales y también de los Derechos Humanos.

Como éxitos logrados tras el establecimiento de normativas medioambientalistas en el seno de la Unión Europea, cabe destacar prohíbe a los países ricos exportar sus desechos tóxicos a los países en desarrollo. Desde 2002 a 2008, el consumo de electricidad y agua ha descendido un 14% y 22% respectivamente. De igual modo, las emisiones de dióxido de carbono han decrecido un 7% así como la basura generada un 11%.



Por último, cabe reseñar la inversión pública en Europa de campañas de concienciación ecológica destinadas en especial a los más jóvenes.



domingo, 20 de febrero de 2011

Agricultura y crecimiento económico

Carácter estratégico de la agricultura en toda Europa en el periodo preindustrial debido a que era el sector más importante, el que daba más empleo, y era el que contribuía en mayor medida, o de manera abrumadora a la renta nacional. La economía preindustrial era de base agraria y poseía una base agraria. Era una economía de base orgánica.




A pesar de los imperios y las transacciones entre metrópoli y colonia, el sector agrario era el que marcaba por sus dimensiones el devenir de la economía. Marcaba las oscilaciones a corto y largo plazo de la economía, e incluso el devenir de la industria y del sector servicios.



Las diferencias entre economías de la época obedecen a la distinta evolución del sector agrario entre países. El excedente de la agricultura era mayoritariamente consumido por la familia de los agricultures. Por ello lo que quedaba para ahorrar, mejorar las explotaciones, o consumir nuevos productos era infima. Este subconsumo hacia que los productos manufacturados no fueran demandados y que por tanto no existía una industria potente. Por tanto, una crisis agraria significaba una crisis también industrial. Este sistema perduró en multitud de países hasta el siglo XIX. Por ello la agricultura lo determinaba todo. Allí donde la agricultura prosperaba había también más posibilidades de consumir más productos industriales.

Del campo además venían las fibras textiles, la madera(empleada para construir), los ladrillos(de la tierra); y todos estos recursos eran limitados y con el agravante del escaso desarrollo tecnológico.

Para los agricultores y ganaderos les preocupaba las guerras, epidemias, malas cosechas, pero sobre todo la producción –producir más- que efectuaban, una producción que se llevaba al mercado donde todo lo que se llevaba se vendía. Esto no existe en la actualidad ya que ahora se produce para el mercado en términos competitivos, ahora se ha de producir ajustando a la demanda según calidad, precio etc. Entrando en conflicto con otros productores.

Un momento fundamental fue la crisis agraria de fines del XIX donde se situa el inicio de la globalización económica, ya que en esa época llego masivamente trigo de los USA a precio mucho mas barato. Entonces los agricultores europeos se cercionaron de la importancia de competir con el trigo americano.

En España se dejo sentir esta crisis. Un ministro franquista dijo : menos agricultores y mejor agricultura. A los gobiernos este tema también les preocupó ya que la gente perdía la racionalidad que tenía en los momentos de mejor economía una crisis agraria podía provocar una revuelta violenta. Las ciudades habían de ser abastecidas. En las ciudades por ello se hicieron alhóndigas.

El día que se tomó la bastilla el precio del trigo fue el más alto del siglo XVIII.

En el intervalo de 1500 a 1750 los productores agrarios habían logrado dentro de la precariedad y de las dificultades de la época lograron incrementar la producción agrícola debido a los descubrimentos geográficos (maíz, patata, tomate), el crecimiento de la población europea (durante la edad moderna) especialmente salvando las trampas maltusianas. Por tanto los europeos producían el numero de alimentos como para dar de comer al doble de gente, ya que hay más gente que trabaja. Las importaciones de alimentos tenían una incidencia mínima. Esto es lógico, si hay más gente hay más comida.

Esto se hizo extendiendo la superficie cultivada, mediante mayor mano de obra, mediante los nuevos cultivos…

Este modelo de crecimiento fue el extensivo, se emplearon mas factores de producción en el caso de la agricultura aumentando tierra y trabajo. En otros casos por via intensiva, es decir por una mejora de la eficiencia del empleo de los recursos, lo que permite incrementar los rendimientos por unidad de superficie o incrementar la productividad de la mano de obra empleada. Los rendimientos nos remiten al factor tierra y la productividad al factor trabajo.

En Europa se practicó más la via exteniva durante la edad moderna, lo que hizo que los rendimientos y la productividad permanecieran estancados en general. Para los escritores de finales del XVIII y principios del XIX como Malthus y Ricardo dijeron la ley de rendimientos decrecientes por el cultivo extensivo debido a la ley de rendimientos drcrecientes ya que cada vez se cultivaban tierras peores, menos fértiles.

Para cultivar se atacó el bosque, el cual se fue reduciendo por la necesidad de tierras de cultivo, también se ganó terreno a marismas, pantanos y terrenos dedicados a la ganadería y se emplearon multitud de recursos en muchos casos tecnológicos p ej Paises Bajos donde se ganó terreno al mar para producir más teniendo más tierra de cultivo.

Estos datos son una mera aproximación ya que la info que poseemos es muy insufieciente ya que no tenemos fuentes muy fidedignas. Había grandes diferencias ya que a medida que nos acercamos al noreste de europa los rendimientos eran cada vez más bajos ya que los rendiemientos eran semejantes a los de un año malo. Hubo una cierta intesificacion de los cultivos que mejoro aumentar la producción especialmente en el noroeste de europa ahora a la cabeza de Europa. Esto explica en parte porque la revolución industrial se produjo en GB y no en otra parte.

Lo que hizo incrementar los rendimientos por unidad de superficie especialmente en el noroeste europeo fue el paso del llamado sistema bienal, que hacia que la tierra cultivable se dividiera en 2 partes, una se cultivaba y otra quedaba en barbecho. Esto hacia que en europa una gran parte de las tierras se dejaba sin cultivar para dejar descansar la tierra ya que si no había descanso las tierras no podían recuperar su fertilidad ya que las tierras necesitaban recuperar los nutrientes. No había abonos tan sólo el estiércol que era muy limitado ya que había que aumentar la cabaña ganadera pero esto era peligroso ya que si se aumenta el ganado se disminuye el espacio de cultivo. Luego la superficie cultivable se dividió en tres dejando en descanso o barbecho una tercera parte (sistema trienal) esto implicaba hacer un uso poco más intensivo de la tierra. Esto se realizaba mediante la introducción de nuevos cultivos, en una parcela p ej se sembraba un cereal de invierno y en la 2º uno de primavera, la 3º se dejó en descanso.

Las tierras finalmente se rotaron en muchas más parcelas y se conjugaron distintas plantas hasta que se cultivo el 100% de las tierras porque cada cultivo requería distintos nutrientes y aportaba al suelo distintos minerales. Se establecieron sistemas cada vez más sofisticados rotando los cultivos en ciclos más amplios sin necesidad de roturar más tierras o conseguir más terrenos simplemente aprovechando mejor el terreno disponible. Esto implicaba tb tener más terreno para el ganado, se cultivaban también las plantas forrajeras, con lo que había más estiércol y mas productividad.



En el sur y el este de europa esto no se llevó a cabo debido al clima ya que no se puede producir lo mismo en los mismos países del mundo. Estos países tenían un clima oceánico, lluvias homogéneas, no grandes oscilaciones, el clima continental y mediterráneo no ocurre esto; además el verano mediterráneo es seco y largo.

En la Europa del este el problema era la existencia de un invierno riguroso y frío, necesidad de un parón largo en la agricultura. La causa es el clima y no por tanto la rutina o ignorancia. Hoy sucede lo contrario (invernaderos de Almería)

Además tenemos que tener en cuenta los factores de tipo institucional, que causó también muchas diferencias (medio humano).

En la Europa del sur hubiera sido necesario tener pantanos y reservas artificiales del agua. Hoy en día, tampoco hay pantanos en las zonas del noroeste de Europa.

Estos hechos condenaron a las agriculturas del este y sur de Europa a crecer cultivando más tierras, poniendo en juego la ley de rendimientos decrecientes.

Los obstáculos de índole institucional, los no medioambientales, estos también se dieron en el norte de europa aunque estos lograron ser removidos con mayor celeridad y éxito allí.

viernes, 18 de febrero de 2011

Del sentimiento jurídico

El siguiente escrito que abordará la temática así como las diversas impresiones propias a través de los textos a estudiar; se compondrá de un desarrollo sobre el tema conforme en la mayor medida posible a los requisitos exigidos.






Desarrollo



Antes de todo, y comenzando a responder las cuestiones propuestas es el libro; mi opinión sobre la frase la cual indica que el sentimiento jurídico es una mera consecuencia del derecho positivo, supone en primer lugar una negación del derecho natural inmanente al raciocinio humano y en segundo, el reconocimiento de que a partir de las leyes efectivamente promulgadas y escritas dentro de una determinada sociedad, la consideración moral acerca del bien y el mal que cualquier individuo percibe; se dispondrá en función de la primera. De este modo, la susodicha afirmación será cierta a partir del conocimiento del derecho positivo cosa cuasi impensable en la atmósfera actual en la que el desconociendo de las normas es ordinario entre la mayoría, e incluso por obra de la inflación legislativa, entre los profesionales del Derecho.





De la misma manera, entiendo que la postura de Kelsen se aleja del sentimiento innato e inmanente que aflora en el ser humano independientemente de los códigos efectivamente escritos referentes a la moralidad, al comportamiento adecuado o no del hombre. Asimismo, y aquí ya tomo partido, la totalidad del derecho no surge al derecho positivo sino además de las costumbres y tradiciones las cuales son en esencia repeticiones ante una misma circunstancia que se dan a cada momento en el seno de la sociedad ignorando la posible existencia de una legislación que las regule. Sirvan como ejemplo, las leyes desarrolladas en la Alemania nazi; formalmente expresión de su derecho jurídico, que atentaban directamente contra el sentimiento jurídico de una gran mayoría así como las pertenecientes a otras muchas dictaduras de escaso apoyo popular.



La siguiente frase está íntimamente relacionada con la primera en el sentido de la repulsa espontánea e intrínseca a todo acto injusto de la naturaleza humana. Así, la valoración, aceptación o repudio a las diversas acciones efectuadas posee en este caso un gran componente emocional - circunstancial que se halla en función de las propias características peculiares del individuo así como de la formación, familia, época, ámbito geográfico etcétera en el que se ve inmerso el sujeto. Sin embargo, tampoco deberíamos obviar y mucho menos negar que junto a estos elementos, llamémosles circunstanciales, subsiste el carácter racional del sentimiento jurídico en tanto el hombre reflexiona y valora sobre el contenido en esencia de la norma en base a unos conocimientos ya adquiridos en gran medida empíricamente y que se verán aplicados mediante la lógica de un sentido común formado tanto emocional como racionalmente.





La última afirmación de Kelsen recogida en el cuestionario se sitúa sino totalmente, muy próxima a la teoría marxista que coloca al derecho como instrumento creado por la clase dominante de los medios de producción para mantener su hegemonía e intereses (superestructura).





Sin negar el atractivo que supuso en su tiempo el pensamiento marxista con esta nueva perspectiva histórica del Derecho sabiendo expresar y analizar el fenómeno de explotación, no es menos cierto que este planteamiento no da respuesta a todos los interrogantes.





La susodicha enunciación de Kelsen ignora, en mi opinión, la existencia de un derecho cotidiano que prescinde, como ya hemos comentado antes, de las pautas de la normativa preestablecida estando este en función de los pactos y acuerdos que afloran en el transcurso de la vida normal y diaria del hombre.





Del mismo modo, dada la antigüedad de su pensamiento, no tiene en cuenta la existencia de medidas tomadas por el estado poder público social de derecho a partir de los años 70 del siglo pasado (hacedor-garante del derecho, órgano supremo y soberano) que ayudan y favorecen la integración de los desfavorecidos así como la igualdad entre todos los ciudadanos, verbigracia la implantación en materia fiscal de los llamados impuestos progresivos que intentan alcanzar una redistribución más igualitaria de la riqueza.





Tratando ya la temática sobre la diferenciación en lo referente a los estadios de desarrollo de la conciencia jurídica; de instinto y sentimiento jurídico cabría decir aquí que la mentada divergencia detenta un sentido claro al tratar de definir un proceso evolutivo en la formación del derecho humana debido a la imprescindible contingencia del instinto jurídico con el objeto de pasar al segundo estado. De idéntica forma, tan sólo cuando el instinto jurídico se asocia a las pasiones de origen animal, a acciones irracionales e irresponsables como la venganza, puede poseer en estos y casos paradigmáticos similares, un significado deshonroso. Por el contrario, el instinto jurídico tiene un matiz positivo en el caso en el cual surge a partir de él los valores y concepciones tanto morales como éticas en lo que se refiere a como “debe ser” el comportamiento humano.





Por su parte, el primitivo instinto jurídico, ostenta unas características muy concretas ya que en él se desarrollan las primeras certezas y conocimientos contrarios a determinadas iniquidades ya vividas a evitar y repudiar que lo verifica y pone de manifiesto a una edad temprana. Por otro lado, el sentimiento jurídico posterior está íntima y notablemente ligado a este ya que no es sino consecuencia de una evolución racional y empírica sobre el primero.





Cabría exponer aquí la presunción personal del carácter no totalmente emocional e intrínseco a la esencia del hombre del instinto jurídico. La argumentación a este supuesto es la certeza de que las emociones se hayan sujetas en primer lugar al medio y manera en los que se propician y de idéntico modo a la forma de sentir del que percibe el instinto jurídico. Es francamente destacable el hecho de que el niño tiende a imitar siempre a sus mayores viéndose fortísimamente influenciado en casi todos los ámbitos de la conciencia jurídica y pensamiento en particular, y de la vida en todos sus aspectos en general.





Causa tanto como consecuencia de la aparición en la mente humana al madurar del sentimiento jurídico, es su función ordinaria de fundamento de las relaciones y conductas así como de reposo ideal del derecho. No se puede comprender un ordenamiento jurídico muy elaborado sin que la comunidad a quien afecta exprese verdaderamente a través de ese sentimiento sus necesidades y aspiraciones. En el ámbito meramente social (ajeno al derecho) este sentimiento tiene además una importancia muy notoria al ser la base de las normas y costumbres en el seno de las relaciones entre humanos que establecen unos parámetros de respeto, urbanidad y educación a seguir entre los que lo efectúan.



En aquello que atañe a la conceptuación del sentimiento jurídico como un producto empírico dependiente de la orientación circunstancial del individuo a lo largo de su época y lo ancho de su ubicación espacial en el tiempo o por el contrario; identificado con la razón y la sustancia intelectual resultando inmanente al hombre, opino que ambas posturas son erróneas por extremas. La solución es una integración de las dos la cual reconozca que entrambos planteamientos detentan una definición verdadera si se realiza un esfuerzo empático que nos conduzca a entender tanto un punto de vista como otro.



Indiscutiblemente, en los textos impresos cada autor manifiesta una postura que se aproxima más a la planteada por la Escuela de Ginebra o por el contrario, el behaviorismo.





Kelsen indica destacando las notables desigualdades entre humanos asi como infravalora el sentimiento jurídico: “el sentimiento del derecho en los hombres es muy diferente dentro de diversas sociedades y se modifica considerablemente en su evolución”.





Respectivamente, Del Vecchio mantiene una postura cercana a la Escuela de Ginebra: “El sentimiento de lo justo es un dato primario y normal de la conciencia ética, un ingrediente o un aspecto de ella; y su naturaleza es a la par afectiva e ideológica, en cuanto que a la fuerza del ánimo que siente algo como justo o injusto, necesariamente precede, de manera expresa o tácita, la intuición teórica de un criterio”.





Von Ihering, por su parte, emplea al sentimiento del derecho comparándolo con una voz interior, personal que es utilizada en su teoría de lucha tal y como otro elemento que la avala en pos de la utilidad, lo que aprovecha el pueblo.





Por último, Ernst Bloch apela a un sentimiento jurídico utópico, criticando negativamente al derecho positivo promulgado por el estado, con ciertas convergencias con respecto a la Escuela de Ginebra, propio de la dignidad que el hombre lleva en sí, necesitado de estimación, reflexión y voluntad. En estas frases pertenecientes al texto nos muestra su pensamiento: “La cuestión sólo cambia cuando el sentimiento jurídico comienza a reflexionarse a sí mismo. Tan pronto como se agudiza en el sentido de preguntarse por los derechos innatos, distinguiéndolos de la injusticia adquirida y, en términos generales, de la normatividad jurídica”.



Dado lo recientemente expuesto, es sin duda notablemente difícil el decantarse hacia una u otra teoría ya que sin exclusión; todas poseen un rango bastante complicado de determinar y limitar acerca de la verdad real. Dicho esto, lo justo sería compatibilizar ambas posturas despojándolas de ser excluyentes la una de la otra. Afirmar que el sentimiento del derecho esta sometido a los milliones de factores que atañen la existencia del individuo (Kelsen) es real y verdadero; no menos cierta en todo caso la presencia de intuiciones, emociones o instintos que el hombre posee por el mero hecho de ser hombre y le conducen a buscar un ideal de justicia, lo que implica denunciar activamente su ausencia, haya nacido en Mozambique o Guatemala. Aún tendría lugar la pesquisa de puntos comunes entre ambas posturas, es decir, el sentimiento jurídico tendría como complementarios las características de las dos escuelas.



De este modo, el sentimiento juríco se constituye tanto de elementos peculiares propios al individuo como de la formación a la que ha sido sometido el sujeto que lo percibe.





Así por añadidura, es confirmado el sentimiento jurídico como germen o simiente del derecho natural inmanente a la naturaleza del hombre. La aparición de la mencionada emoción en el intelecto, provoca la aparición de la noción de la justicia en el hombre; requisito indispensable del derecho según las corrientes del pensamiento iusnaturalista.

Consecuentemente, la aparición y acción de la emoción jurídica en el hombre genera el sentimiento de lo justo por sí mismo en el hombre, de aquello que por características propias debe ser, es decir de el derecho natural que luego deberá verse reflejado en los códigos escritos, en el derecho positivo conforme en la mayor medida posible a ambos ideales anteriores en los que se fundamenta.





Curiosamente, la postura utilitarista de Lon Fuller que comparte algunos principios sobre esta temática con la Escuela de Ginebra, contiene multitud de puntos coincidentes, -si bien ninguno con Kelsen- en primer lugar con las ideas del segundo texto de Giorgio Del Vecchio. Concretamente, ambos autores proclaman la existencia de una disposición natural en los hombres contraria a la injusticia y regida por el sentido común presente en las diversas comunidades humanas. Además, el susodicho sentimiento tiene en la práctica valor como un elemento raíz del derecho positivo y en general del derecho así como este último ha de adaptarse y adecuar sus actos y leyes en función del sentimiento jurídico el cual le permite ser aplicado e interpretado correctamente. Por último, el derecho positivo, será en opinión de los dos juristas más solido y duradero en caso de estar de acuerdo con la conciencia jurídica.





Con respecto al texto nº 3, Rudolf Von Ihering propugna de acuerdo a las teorías posteriormente desarrolladas por Fuller: “Resistir a la injusticia es un deber del individuo para consigo mismo, porque es un precepto de la existencia moral; es un deber para con la sociedad, porque esta resistencia no puede ser coronada con el triunfo, más que cuando es general”. Fuller también defiende una actitud, aunque aparentemente más moderada, tendente al uso del sentimiento jurídico como arma contra la injusticia por ser aplicada la cual la detenta el derecho en el seno de la mente humana.





Fialmente, existen en suma, multiples divergencias entre las ideas de Bloch (4º texto) y las de Fuller, no obstante, están presente paralelismos tales como la necesidad de estimar, de conceder importancia al sentir jurídico, así como la función primigenia de este de combatir y evitar toda injusticia.





Personalmente, desde mi punto de vista, las cuatro teorías están bien fundamentadas, conteniendo argumentos convincentes que no hacen dudar acerca de la veracidad de las teorías propuestas.





No obstante, el planteamiento de Giorgio del Vecchio me parece el más convincente y con el que más me siento identificado, sin desdeñar en absoluto ninguno de los demás. En mi opinión, tiene especial relevancia el reconocimiento del sentimiento jurídico, con independencia de los términos a los que se adopte es innato a la condición humana, el sentir de lo que debe ser derecho con una inclinación a lo que ha de constituir el ideal de lo justo lo que se traduce respecto al derecho vigente en el apoyo o en su censura. De idéntica forma, apoyo la exposición que muestra la manifiesta incapacidad del derecho positivo no siempre vinculado al sentimiento jurídico de justificarse y darse sentido a sí mismo escapando del ideal previo de la justicia en la conciencia humana.





Asimismo, Del Vecchio prevé un conflicto claro entre derecho positivo y sentir jurídico consecuencia de la no participación del sentimiento jurídico en la génesis del derecho. “Es, entonces, cuando revela su eficacia perturbadora o revolucionaria” deduce. Por ello, agrega finalmente de acuerdo a las tesis iusnaturalistas: “La conciencia de lo justo tiene en sí misma capacidad para contraponerse a la autoridad del derecho histórico”.





Von Ihering, en su discurso, trata de dotar de fuerza al sentimiento jurídico, condenando a quienes no pelean por lo justo: “el derecho no existe sino luchando contra la injusticia”, “resistir a la injusticia es un deber del individuo para consigo mismo; porque es un precepto de la existencia moral; es un deber para con la sociedad”. A continuación explica, la necesidad moral radicada en el sentimiento jurídico como necesidad absoluta en la vida.





Aprovecho, de manera lógica, la propuesta de Von Ihering de, en base a la conciencia de lo justo, luchar por frenar la injusticia, es un dignísimo propósito el cual ha de ser seguido por todo humano para bien suyo y de su especie.





Ernst Bloch, propugna muy acertadamente a mi jucio, el valor del sentimiento de la justicia como instrumento con el firme propósito de revindicar la dignidad humana. Entiendo, que





No obstante, Hans Kelsen sostiene una posición relativista respecto a los valores; no cree que haya un método científico ni racional para aclarar el problema de la jerarquía entre ellos, el cual permita resolver los posibles conflictos que se produzcan a ese respecto. Del texto, extraigo citas que prueban que Kelsen niega una conciencia de la justicia única, racional y clara: “Cuando un individuo reacciona con el sentimiento contra un trato que le es dado a él mismo o a los otros hombres es porque presupone una norma de justicia, según la cual un idéntico trato, es decir, sin diferencias de razas, debe ser aplicado a todos los hombres […] Pero este sentimiento del derecho es muy diferente y muy contradictorio según los individuos”. Posteriormente, afirma el conflicto producido por la divergencia de sentimientos jurídicos de hombres en un mismo contexto.









Como conclusión a lo expuesto, opino moderadamente, que el derecho positivo está subordinado al sentimiento jurídico, en cuanto este último posee una serie de exigencia éticas de justicia, necesarias, útiles y emanadas de la razón. Considero como sustancial y universal al hombre, la presencia de valores o principios tales como el no practicar la eugenesia o el no matar sin justificación coherente y legítima (como en caso de defensa propia verbigracia). Sin embargo, en determinados y múltiples casos, debo reconocer la coincidencia y necesaria complementariedad de circunstancias que determinan lo justo e injusto, el sentir jurídico con respecto a esa determinada acción, y por tanto el derecho. Como ejemplificación a lo arriba dicho cabría distinguir y juzgar de un modo muy distinto a quien roba por diversión o amor a lo prohibido de aquel que lo hace por verdadera necesidad.





Finalmente, y procurando ser coherente con lo aquí mostrado; entiendo personalmente que la forma de política más acorde al sentimiento humano de aquello que es justo como además a su presencia en la creación, aplicación y mantenimiento de leyes es la del estado de derecho en su versión plenamente democrática, es decir constituido con el objetivo claro –entre muchos otros- de garantizar los derechos fundamentales del hombre aún existiendo una mayoría democrática que se manifieste a favor de violarlos; como ocurrió por ejemplo en el proceso de desaparición de la república de Weimar.





Del mismo modo, el espíritu jurídico del pueblo, mediante el modelo participativo en la labor legislativa, el cual asegura la plasmación del ideal de la justicia en la ley si es desarrollado correctamente; se verá escrito en el derecho positivo, alcanzando este un menor grado de arbitrariedad y heteronomía.

Pese al mencionado hecho innegable, cabría por último reseñar y preocuparse por la desconfianza, el pasotismo y la no participación de algunas capas sociales en el proceso democrático lo cual podría dejar la iniciativa legislativa en manos exclusivamente de la clase política y sin parangón alguno con la realidad y la necesidad asií como la voluntad popular. Sirvan de la manera de paradigmas, los datos registrados en los referendos sobre el Estatuto de Autonomía tanto andaluz como catalán o el de la Constitución europea.