Para Mario el fútbol era mejor que la fiesta o el sexo.
No bebía en la previa sino que solamente se dedicaba a platicar apasionadamente sobre aspectos futiles propios del juego.
Cuando llegaba a la tribuna se quedaba prendado del ambiente, del colorido de la hinchada y sus cánticos sin duda más sentidos y vivos que cualquier otra canción de amor. El resultado era un estatus de evasión absoluta e incomprensible.
El fútbol mutilaba los amargos que psicoló(gi)camente le torturaban como la cocaína la pasiva inactividad.
No bebía en la previa sino que solamente se dedicaba a platicar apasionadamente sobre aspectos futiles propios del juego.
Cuando llegaba a la tribuna se quedaba prendado del ambiente, del colorido de la hinchada y sus cánticos sin duda más sentidos y vivos que cualquier otra canción de amor. El resultado era un estatus de evasión absoluta e incomprensible.
El fútbol mutilaba los amargos que psicoló(gi)camente le torturaban como la cocaína la pasiva inactividad.