Olvidó todo lo que sabía, al conocerla.
Prístina ella y sus ojos.
Tanto que en un atípico ejercicio de honestidad, Mario no se atrevió a ensuciarla con su interesada lascivia.
Prístina ella y sus ojos.
Tanto que en un atípico ejercicio de honestidad, Mario no se atrevió a ensuciarla con su interesada lascivia.