Los sentimientos y su expresión: las palabras.
Con este título comenzaba Mario a escribir uno de esos elaboradísimos ensayos con los que a partir de ahora se malganaría el sustento para la vida.
Como usted adivinará, Mario Daniel era un enamorado del arte y un averso al trabajo. Pero aquello era pura belleza técnica producto de un trabajo minucioso que a Mario sólo llegaba a gustarle acaso y si estaba acabado.
Los papeles colapsaban la basura, otro en blanco y junto a un bolígrafo carcomido se reía de él mientras la desesperación brotaba, Mario probaba con releerse, con poner música de mil y cuantrocientos estilos diferentes, con ver fotografías de cono y desconocidas mujeres hermosas... Y entonces se repetía mentalmente hasta acabar chillando como un poseso "esto lo acabo yo por mis putísimas pelotas".
Nada, nada, nada era lo suficientemente bueno para Mario. Era casi casi casi imposible encontrar lo más elevado; gustarse.
Con este título comenzaba Mario a escribir uno de esos elaboradísimos ensayos con los que a partir de ahora se malganaría el sustento para la vida.
Como usted adivinará, Mario Daniel era un enamorado del arte y un averso al trabajo. Pero aquello era pura belleza técnica producto de un trabajo minucioso que a Mario sólo llegaba a gustarle acaso y si estaba acabado.
Los papeles colapsaban la basura, otro en blanco y junto a un bolígrafo carcomido se reía de él mientras la desesperación brotaba, Mario probaba con releerse, con poner música de mil y cuantrocientos estilos diferentes, con ver fotografías de cono y desconocidas mujeres hermosas... Y entonces se repetía mentalmente hasta acabar chillando como un poseso "esto lo acabo yo por mis putísimas pelotas".
Nada, nada, nada era lo suficientemente bueno para Mario. Era casi casi casi imposible encontrar lo más elevado; gustarse.