Cuando la belleza se expresa mediante el lenguaje de la elegancia ganar o perder deja de tener sentido puesto que el juego alcanza un significado más elevado: el arte.
Es en este campo y en ningún otro en el que debemos ubicar a Milos Teodosic, una especie singularmente única y solitaria en el baloncesto mundial. Como la más absoluta totalidad de los artistas el propio proceso de creación y mucho más allá su propia personalidad se mueven tanto en la locura como en el delirio de lo siempre imprevisible.