Las religiones radican en la antinomia caos-orden. Es la fuerza de Dios la que en el albor del tiempo transforma la amorfa nada en una realidad habitable. Es la revelación divina la que da al hombre una lumbre moral que justifique su existencia.
Dicho esto, la substancia del mito del toreo es viejísima. Tanto como el propio hombre. Tiamat, Vritrá, Nun, Tifón, el Leviatán... Y el toro de lidia.
El Dios torero surge del polvo para vencer a la bestia del caos mediante el logos.