Una realidad novelada. Cavilaba Mario Daniel sobre la verdad del recuerdo en el baño de una inteligente y hermosa treintañera.
De repente vió un libro tirado en torno a una banqueta situada a un palmo de la bañera. Se trataba de literatura erótica. Lo abrió y comprobó que estaba subrayado con fluorescente de diversos colores chillones, glosado a lápiz con letra estresada y ensartado de post-its en el lateral.
No tardó Mario Daniel en reparar que aquella mujer ansiosa y dependiente, exigía atenciones que él no estaba dispuesto a dar sino a cuentagotas.
Resuelto, salió por la ventana del baño al jardín y sigilosamente abandonó la casa.
De repente vió un libro tirado en torno a una banqueta situada a un palmo de la bañera. Se trataba de literatura erótica. Lo abrió y comprobó que estaba subrayado con fluorescente de diversos colores chillones, glosado a lápiz con letra estresada y ensartado de post-its en el lateral.
No tardó Mario Daniel en reparar que aquella mujer ansiosa y dependiente, exigía atenciones que él no estaba dispuesto a dar sino a cuentagotas.
Resuelto, salió por la ventana del baño al jardín y sigilosamente abandonó la casa.