España es un país fallido. Por muchas otras razones, además.
Los
jóvenes quieren vivir del Estado, cobrar dignamente, trabajar poco y estar
tranquilos. Y es normal, vistas las circunstancias. Veámoslas.
La
sociedad española se estratifica en castas. Por un lado los que maman del
Estado y empresarios corruptos dueños del BOE. Por otro los esclavos, los
proletarios.
En una
situación benigna o medianamente normal, el chaval brillante tendría que, ora montar una empresa para
forrarse, ora ir escalando en el sector privado hasta llegar a tener un salario
ingente.
Ninguna.
Quiere
ser funcionario. Improductivo. Parásito. Chupatintas. El talento se nos escurre
al extranjero o sector público.
En
primer lugar, los datos están ahí. Los salarios privados son ya de
subsistencia. Las perspectivas no existen. Las falsas promesas y la ingeniería de
Recursos Humanos sí. El Estatuto de los Trabajadores es una broma. Y los
trabajadores del sector público ganan, de media, 882 euros más al mes que los
trabajadores del sector privado. Más del 50 %. Y subiendo. Toma ya.
En
segundo, la cultura empresarial brilla por su ausencia. En la escuela no te
enseñan a ser emprendedor. No se emula al millonario. Se le envidia.
Por
último, el Gobierno asfixia al emprendedor. Desincentiva la creación de empresas,
interesado en crear un neofeudalismo. Pagas IVA aunque no cobres. Cuota de
autónomos aunque no ingreses un euro. En promedio tardas dos semanas de
fatigosa burocracia y desembolsas en torno a unos 600 €.