El día 20 de diciembre de 1973 muere el presidente del gobierno Luis Carrero Blanco víctima de un atentado que hizo saltar su coche por los aires. Hay pocas dudas de que la autoría material del crimen fue de ETA, sin embargo, numerosos autores implican directamente a la CIA en el magnicidio.
Carrero nunca tuvo una opinión favorable a los pactos de Madrid de 1953, por los que se establecieron las bases norteamericanas en España. Entendía que España no recibió suficientes contrapartidas. En una conferencia reservada que pronuncia el 7 de mayo de 1962 en la Escuela de Guerra Naval, subraya que la ayuda recibida por los ejércitos españoles como compensación por los acuerdos no llega al mínimo imprescindible. Por esa razón, a principios de 1958 se manifiesta a favor de una modificación sustancial de los convenios que nunca se produjo. Durante la guerra del Yom Kippur, Carrero se opuso a que los norteamericanos utilizaran sus bases en España para apoyar a Israel.
En un telegrama confidencial
enviado en enero de 1971 desde la embajada norteamericana en Madrid al
secretario de Estado William Pierce Rogers, se señala que: “El mejor resultado que puede surgir de esta
situación sería que Carrero Blanco desaparezca de escena”.
Señala Pilar Urbano en su libro, que en la entrevista mantenida entre el
jefe de gobierno y el secretario de estado de EEUU Henry Kissinger en la
víspera del asesinato del primero, Carrero se negó a firmar el Tratado de No
Proliferación de Armas Nucleares. Carrero llegó a enseñar a Kissinger un informe sobre la viabilidad
inminente de fabricar bombas atómicas.