No dudamos de que la élite considere que somos demasiados en este
planeta. Y no se quedarán ahí, lo siguiente será el transhumanismo.
Para alcanzar estos dos objetivos, ha sido esencial lo que
llamaremos, la meretrización de la mujer.
El patrón social de comportamiento femenino es ahora lo que de
toda la vida de Dios se consideraría como propio de una puta.
Los ingenieros sociales no son estultos y lo han buscado
concienzudamente.
Saben perfectamente que la promiscuidad solo genera sexo
esporádico, o como mucho relaciones egoístas y cortas, e inhabilita las
relaciones a largo plazo entre hombre y mujer.
Es decir, destruye la familia.