La Ley 10/1990 obligó a los clubes de fútbol que participasen en competiciones deportivas oficiales de carácter profesional y ámbito estatal a constituirse como Sociedades Anónimas Deportivas salvo a aquellos que desde la temporada 1985-1986 hubiesen obtenido en todas ellas un saldo patrimonial neto positivo (Disposición Adicional Séptima). Real Madrid, Osasuna, Barcelona y Athletic de Bilbao fueron los clubes beneficiados por esta regla hecha a su medida.
En desarrollo de esa Ley se
publicó el Real Decreto 1084/91,
sobre Sociedades Anónimas Deportivas que detallaba el plan de saneamiento que
estaban obligados a cumplir los clubes, la inmensa mayoría quebrados. El
capital mínimo exigido para la creación de las Sociedades Anónimas Deportivas era
el 50 por 100 de la media de los gastos realizados en los tres últimos
ejercicios más los saldos patrimoniales netos negativos reflejados en el
informe de auditoría a 30 de junio de 1991.
Los béticos tenían que poner
1.175 millones de pesetas. Antes del 1 de julio de 1992. El Real Decreto 1084/91 en su Disposición
Transitoria Tercera exponía el modus
operandi para la suscripción y desembolso de capital. En una primera ronda
los socios tuvieron derecho a suscribir un igual número de acciones. Esta primera
ronda fue un fiasco. Se recaudaron poco más de 100 millones. Las acciones fueron
ofertadas de nuevo a los socios en las mismas condiciones de igualdad. Otro
fracaso, sólo se cubrieron 31 millones. La tercera ronda fue una tentativa desesperada:
en 21 días hábiles se necesitaban más de 1.000 millones.
Manuel Ruiz Ávalos AKA Lopera, quería el control del club. FARUSA, la
sociedad financiera de Lopera, ya dominaba 24.481 acciones. El presidente del
Betis, Hugo Galera Davidson tenía una idea. El objetivo era parar a Lopera.
Quería que Proinsur, la sociedad de González de Caldas, a la postre presidente
del Sevilla, que había entregado una señal al Betis de 300 millones por la
venta del estadio y las Cajas de Ahorro pasaran de acreedores a accionistas. De completarse la operación, Cajas y
Proinsur tomarían el poder al controlar 608 -308 y 300 respectivamente- de los
1.175 millones. Además, Galera quiso reunir a un grupo de notables que
aportaran los 300 millones remanentes a partes iguales.
El plan de Galera fracasó. Las Cajas no
aceptaron su propuesta ni Proinsur tampoco. El mismo González de Caldas declaró
a ABC que Galera le propuso que las acciones transmitidas a Proinsur serían
compradas a la misma por un grupo de béticos. No obstante, tras examinar su
abogado el documento resultó que las acciones serían compradas con un pagaré
librado por el propio Betis. Y añade: “en ese mismo momento Lopera dice: “yo
me voy a la Notaría””.
Así ocurrió. Era 30 de junio y faltaban por
cubrir 680 millones de pesetas. Lopera se desmarcó de la reunión que mantenía
con Galera y otros notables. Se fue a su despacho y ordenó que FARUSA suscribiera las acciones por importe correspondiente a la deuda de Proinsur,
las Cajas así como las que supuestamente iban a adquirir los señores notables.
Mientras Galera desesperadamente tiraba de
contactos para renegociar con las Cajas y reunir a los susodichísimos notables,
Lopera ya había desactivado a su adversario. La llamada del usurero –entiéndase
sin connotaciones despectivas- al secretario de Estado para el deporte conminó
a Galera a firmar la suscripción de acciones por parte de FARUSA.