La persecución religiosa –quema de edificios, asesinatos de
miembros del clero, redacción de la Constitución-, y la reforma militar de
Azaña habían generado un magno descontento en el ejército.
El trigger del golpe fue
el asesinato y la mutilación salvaje de 4 Guardias Civiles en Castilblanco. Los
culpables fueron primero condenados a pena de muerte y posteriormente 6 a
cadena perpetua y otros 7 a 20 años de prisión. En el 36, el Frente Popular
indultó a todos ellos.
Como consecuencia de ello, ante
otro posible linchamiento motivado por una huelga en la localidad riojana de
Arnedo, la Guardia Civil descargó contra la multitud y mató a 6 varones y 5
mujeres. El teniente que dio la orden de disparar fue absuelto de los cargos
por homicidio y lesiones que se le imputaron.
Posteriormente, Azaña, destituyó a Sanjurjo, director general de
la Guardia Civil y lo nombró director del cuerpo de Carabineros: un cargo de
menor importancia.
Se dice habitualmente que Sanjurjo quería acabar con el régimen
republicano. Esto es falso. Ni la sanjurjada ni, en principio, el golpe del 36,
pretendieron acabar con la República.
Sanjurjo antes de levantarse se reunió tres veces con Alejandro
Lerroux a quién quería de presidente del Gobierno.
La ejecución del levantamiento fue chapucera. El golpe triunfó el 10
de agosto en Sevilla pero no así en Madrid. Ninguna otra capital lo siguió.
Azaña que conocía con bastante antelación los planes del general, con
la colaboración del jefe de su gabinete militar y del Director General de
Seguridad organizó la defensa del Ministerio de la Guerra –actual Cuartel
General del Ejército emplazado en Cibeles, Madrid- del que tuvieron que retirarse
los sublevados. Otro grupo intentó apoderarse del Palacio de Comunicaciones,
pero acabaron siendo hechos prisioneros.
En la tarde del 10 de agosto, una vez conocido el fracaso en la
capital del Estado, salieron dos trenes militares a Sevilla y se movilizaron
varias escuadrillas de aviación. Varios oficiales afines a Sanjurjo le
comunicaron que no combatirían y le recomendaron huir a Portugal.
Sanjurjo fue capturado en Ayamonte, localidad fronteriza con el
país luso, junto al general García de la Herrán y el teniente coronel Emilio
Esteban Infantes.
Condenado a muerte por un consejo de guerra, la pena le fue
conmutada por la de cadena perpetua a fuer de un decreto del presidente de la
República, Alcalá- Zamora.
Finalmente Lerroux le amnistió al llegar al poder.