Que en el país en el que vivo la región con más paro y fracaso escolar de Europa destine fondos -que provienen de casi todos, es decir, los mismos de siempre- a promover la masturbación en plena crisis , ya no me sorprende.
Me llama la atención, por el contrario, el hecho de que la macoca milenaria, neardenthalesca, monil y simiesca; la que practican sin cesar nuestros parientes más cercanos (sin mirar a nadie) en las selvas y zoológicos sea ahora símbolo de modernidad, democracia y progreso.