martes, 31 de mayo de 2011

Sombras en la noche (LXI)


(Rompiendo con la temática) Una tarde negra de finales noviembre, fundé el Club de los Corazones Solitarios en un local abandonado próximo al río el cual acondicioné con la ayuda de la madre de mi amigo.

Pronto comenzaron a acudir tipos raros y otros no tanto movidos por la curiosidad. Técnicamente y de acuerdo a la lógica y el sentido común que en ocasiones deja de regir la vida –por fortuna-; era absurdo crear una compañía de íngrimos tal y como hubiese sido crear una clínica abortiva exclusiva para hombres.

lunes, 30 de mayo de 2011

Sombras en la noche (LX)



Y entonces descubrías que a tu alma ánima gemela se la sudaba lo que para ti era especial, cuasi divino, sublime. Y viceversa.

Todas las noches, mientras caminabas en solitario por las pedregosas calles iluminadas con farolas que te hacían tener 1001 sombras te dabas cuenta de que no le importabas nada a nadie (salvo a tu madre); consecuencia de tu comportamiento ante la gente a la que posponías frente a tu persona. ¿Egoísmo? Quizá. ¿Te bastabas sólo? Sí, podías divertirte –o fingir que te divertías en soledad-, ¿mas al final qué? Nada profundo. Nadie con quién compartir intervalos lúdicos y/o aburridos de tu existencia. No respondías las llamadas que te mandaban porque te parecía una pérdida de tiempo. Lógicamente, te dejaron de llamar. Eras el dueño de tu vida ma non troppo

jueves, 26 de mayo de 2011

Sombras en la noche (LIX)


Allí, en esa pieza sombría hacia un calor insoportable, pegajoso y húmedo por cuestiones geográficas que me hacía sudar hasta en las palmas de las manos.
Débil, agotado y lánguido; me propuse a coger un cubo de agua y tirármelo por la cabeza hasta la suela de las babuchas. A mí no me gustaba hablar de mi vida ni mis intimidades. A mí amigo sí pero con límites y reticencias sobre su pasado negro y latente en el profundo sufrimiento de sus recuerdos. Su biografía duró unos 6 meses. Nada ajeno a ese intervalo temporal parecía importarle. Al fin y al cabo, sendas existencias muy unidas por los sobresalientes y cansinos lazos de la amistad verdadera, habían conocido muy de cerca el fracaso de vivir, el sentirse un extraño frente a una realidad inmaleable. Empleábamos nuestros luengos ratos libres en buscar y buscar; buscar, cercar sin descanso algo con lo que identificarnos. A lo que sentirnos apegados. Que nos hiciera disfrutar y sentir definiéndonos como tipos raros cuyo eco no era escuchado pero sin embargo compartido. Lo que al fin pretendíamos encontrar era alguien como nosotros, con nuestros mismos gustos y aficiones. Con nuestra manera de pensar. O tal vez no. Pero era demasiado dura la carga del espejo. La de la honda y subterránea soledad.

sábado, 21 de mayo de 2011

Sombras en la noche (LVIII)



-          ¿Tu crees que hay alguien que se haya masturbado pensando en si mismo, erectándose mientras se mira al espejo?
-          ¿Además de mí? ¿Soy yo alguien?
-          Que asqueroso eres de verdad. Me gustaría no creerte.
-          Y que autosuficiente.
-          Pero sólo has respondido parcialmente.
-          Supongo que sí. Pero (cambiando de tono y actitud hacia el sarcasmo), ¿por quién carajo me tomas? ¿Qué piensas eh, que yo voy espiando, preguntando y metiéndome en el coco de la gente cuando se menean o se meten lo que sea?
-          Ah, yo que sé; como viste a la tía esa desnuda en su casa…
-          Yo soy un voyeur del arte. Y el cuerpo femenino, en ocasiones, lo tiene. No soy todavía de piedra, amigo mío.
-          Seguro que sería tan sólo por contemplar la obra al detalle te ocurrió eso…
-          A veces el arte nos trastorna las neuras.

martes, 17 de mayo de 2011

Sombras en la noche (LVII)


Pero justo mientras yo pasaba por la gran avenida en la cual estaba el portal de su casa; la vi tonteando juguetona con alguien que no era yo. Con alguien que no era su novio. Con un tercero bastante más mediocre que ambos anteriores. Ya la hube olvidado. No me importó en absoluto. Le hice una mueca tan estúpida como cariñosa que había copiado de un videoclip barriobajero a la que respondió taxativamente haciéndome reír al quitarse el sostén.

domingo, 15 de mayo de 2011

Sombras en la noche (LVI)


Y las ideas geniales durante los cortos y maravillosos paseos morían de olvido. Por no haberlas apuntado a tiempo en los cuadernos (de la memoria) en los que al ocasionalmente repasar lo escrito me sumía en la más sumisa suma (valga la suma de redundancias) ignorancia indiferente a lo expuesto. Son palabras sin un sentido claro que evocan un pasado lúcido que ahora es intranscriptible.

viernes, 13 de mayo de 2011

Sombras en la noche (LV)


Y entonces volvía a desaparecer, esta vez no como un vanish ni como un disappear. Aquello era un getaway en toda regla. Una fuga hacia ninguna parte. Hacia el deambular. Hacia la soledad y el placer de solazarse solo entre mis pensamientos, mis recuerdos, mis tonterías. Necesidad de tiempo.

lunes, 9 de mayo de 2011

Sombras en la noche (LIV)



-          ¿Qué senda correcta si todos los caminos llevan a Roma?
-          Qué cosas, che. Roma, la ciudad eterna; es ahora metáfora de la muerte.

En ese preciso momento, al igual que ahora, no porque no hubiera absolutamente nada ni porque tuviéramos secretos esotéricos incompartibles ni siquiera porque supiéramos que no nos íbamos a escuchar mutuamente sino porque hacer y hablar eran acciones casi opuestas. Era imposible conversar manteniendo el 100% de la atención disponible a la aprehenderte tarea de observar nuestro entorno.

sábado, 7 de mayo de 2011

Sombras en la noche (LIII)



Ella –y muchas como ella (y como él)- tenía pavor a la oscuridad; a lo desconocido que pudiera acaecerle. A las personas desconocidas y sospechosas. A mí. Y me miraba desafiando a su miedo. Su mirada felina, gatuna, azul, malignamente bella reflejada en mis ojos, rechinando en mi mente. Similar a una canción que queda en el subconsciente y cantas sin querer mientras caminas solo por la calle cuando de repente te das cuenta de que el rumbo tomado no es el correcto y debes volver sobre tus pasos para andar sobre la senda correcta.