Pero justo mientras yo pasaba por la gran avenida en la cual estaba el portal de su casa; la vi tonteando juguetona con alguien que no era yo. Con alguien que no era su novio. Con un tercero bastante más mediocre que ambos anteriores. Ya la hube olvidado. No me importó en absoluto. Le hice una mueca tan estúpida como cariñosa que había copiado de un videoclip barriobajero a la que respondió taxativamente haciéndome reír al quitarse el sostén.