Conviene señalar para memorabilidad del gran público las abismales diferencias entre las desapariciones de líderes aliados.
Reseño que Hitler se despojó por si mismo de su existencia tras el fracaso de su doctrina nacional; asumiendo que como vencido no cabía otro destino que la muerte.
En cambio, Il Duce, como buen mediterráneo, pretendió huir e irse de rositas con su parienta cuando ya hubo dejado a Italia en el mayor fratricidio de su historia.
Al contrario que las masas, creo que no hay nada más valiente en este mundo que el suicidio, ya que supone avanzar por motu propio hacia lo desconocido; fijénse en lo difícil que resulta quitarte a tí mismo lo que más quieres: tu vida.