viernes, 21 de noviembre de 2014

Sombras en la noche (CXXXI)

El tiempo iba besando el adiós del mundo, el tiempo se mataba a sí, el transcurso del tiempo era un suicidio lento pero ineluctable.

O acaso se abría el abismo del inconcebible -al menos intelectualmente- infinito como infinita es la ignorancia del que ignora ser sabio.