martes, 21 de octubre de 2014

Sombras en la noche (CXXX)

Era algo indigno ponerse a escribir poesía.

Comenzar a fingir sentimientos puros, hablar de ilusiones, glorias y magnas, grandilocuencias sin paralelismos en el corazón...

Nada poético era real. Un poeta es simplemente un iluso de alma con unas gafas de adolescencia que le hacen ver destellos y tinieblas allá donde solo el fango empapa hasta las cejas.

Pero un resquicio de amargura asomaba acaso como cuando se busca la mirada de una mujer hermosa y ésta no quiere corresponder.

Muere el poeta antes de morir

Allá donde un cabello se encanece, muere un verso

Va extinguiéndose la belleza

De la mano de un impasible segundero

Porque la ánima que no sabe de la vida

Solamente sabe de hermosura