Ab initio, anteriormente a la exposición de opiniones propias, me placería recalcar la sublime grandeza de un trovador infatigable e inagotable, como lo fue Balzac; un maestro dentro de su propio argumento; un fundador de su inacabado mester de juglaría en las entrañas de su Comedia Humana, elevando al movimiento realista a cotas difícilmente igualables.
Balzac, no es sino un juglar que con asaces dosis de perfección, y cultivando magníficamente tanto la forma de la literatura que produce como el contenido expresado mediante veraces conversaciones en las que los personajes se desenvuelven de forma increíblemente humana, ciñéndose estos fuertemente a la realidad; al mundo normal y cotidiano donde confluyen los actos, sentimientos y divagaciones de las personas que, de ser ciudadanos del mundo, pan a quedar encerrados en los libros del genio incombustible; aquel que sabe como sacar el jugo vital al tótem de la existencia, presentando de este modo, una variedad inabarcable de temas, escenas, situaciones y contextos para deleite de todo buen amante del arte… en su definición y desarrollo menos clásico y artístico.