Cuando me pongo a escribir, lo hago con la pretensión de gustarme, de expresar algo genial, de descubrir y concentrar un mundo apasionante en cada palabra, en cada golpe de voz, en cada pensamiento, en cada chorro de tinta.
Sé, que quizá es imposible contener en letras pintadas sobre el tremendo vacío de folios en blanco cualquier recuerdo o imagen, la cual no debe necesariamente significar nada sino todo lo contrario; ha de provocar en nosotros el porqué de su remembranza y tendría que propiciar alguna duda que nos conduzca a afirmar algo igualmente dudable.
Personalmente, tengo la impresión de estar imposibilitado a transmitir de cualesquiera métodos existentes justamente lo que deseo expresar, ya sea por mi propia incapacidad o por la inepcia del medio, tanto en la forma como en el fondo.
Pienso, que si para un hombre sería improbable manifestar aquello que conoce o sabe, reflejar absolutamente todo lo que hay o existe, es sencillamente imposible.
Moriré intentándolo