martes, 17 de marzo de 2020

Sombras en la Noche (CXLVI)

La vida volvía en forma de haces de luz solar. El tiempo se detenía y el pensamiento deformaba los recuerdos en lugares de la infancia.

Mario no recordaba para volver a vivir sino que se solazaba experimentando con los juegos de la infancia para poder recordar que estaba vivo, que el pensamiento racional era una traición a la existencia animal del hombre.

Ingenuamente feliz, fuerte, atemporal y eterno. Un niño inocente no conoce  límites y Mario simulaba tan denodadamente que tampoco.

Mario era un esclavo de la soledad de sus juegos y fábulas, de esa soledad que era la única patria libre que conocía.