Llévame al rincón más oscuro de tu mente,
dónde nada sea nada,
donde dejemos de existir,
y nos perdamos entre las nubes de polvo.
La belleza sea arte,
y lo feo sea bello
la música sea sólo
el ronco gemir del viento,
Dios sea un mendigo
y el placer un dolor intenso,
los políticos sean poetas
y la velocidad la virtud del lento
el futuro cristal opaco
y el fin sólo el comienzo
mi padre sea mi hijo
y mi cantar el silencio
el sexo sea un castigo
y amar nos haga viejos
el hombre un oasis
y tu compañía un desierto
mi sombra sea el sol
el cementerio tu habitación,
mi lápida tu colchón,
y nuestra relación,
una necrohistoria de amor.
Llevame a vivir contigo
esperando una ilusión
tu frigidez se haga calor
yo devenga en una visión,
el mundo sea real ficción,
su funeral una cita romántica,
y mi morada el cielo inserto
en el infierno.
Que tus lágrimas son dulces
que tu llanto es mi risa
y tu pesar mi gozo.
Que morir es disfrutar
de todo lo que nos queda por vivir
nacer, inventar a la muerte
y mi religión es el pecado,
que Dios hizo a Satán
a su imagen y semejanza.
Que te recuerde el olvido
que mantendrá en su regazo a mi poesía.
Lleguemos al paraíso,
cayendo por los abismos;
seamos presos de la libertad
y dueños de la nada
creamos en el alcohol
como inventor de la razón.
Transpórtame a mi falacia
donde mi droga sean tus besos
y donde la nada desaparezca
junto aquel remoto universo.
Las tinieblas nos iluminen
y la realidad sea un sueño
donde no haya que dormirse
para luego estar despierto
donde la muerte nos sonría
y la vida sea un juego.