Mientras la tradición judeo-cristiana señala a la soberbia humana como albor de toda acción maligna; yo desde este sitio, afirmo ciertamente próximo a la explicación expuesta, que la raíz de todo mal nace en el momento en el que el hombre cae en la insidia de ser más de lo que es o incluso de lo que puede ser, actuando en ese preciso momento como tal.
Y lo que es aún peor, atentando flagrantemente contra la voluntad, libertad y deseo del prójimo.
No obvien jamás, que actos como la ejecución de un genocidio o el martirio, verbigratia, son tan humanos como nosotros mismos.