- Ché, pero te tenés que conformar con lo que te viene.
- Y has de sacar lo mejor de ello.
- (Contradiciéndose, viendo lo positivo de lo negativo del existir). No, no, no nos podemos conformar con nada porque tenemos lo que nos conformamos y somos insaciables.
- Basta de filosofía barata. Basta de teorías absurdas. Todas estas palabras no son nada, no sirven para nada. Es un hablar por hablar.
- Desprecias la palabra; qué paradoja. ¡Tú desprecias la palabra! (con sarcasmo); tú que inventas ilusiones con tu dialéctica metafísica de manual y tus poesías de principiante futurista.
- No es un desprecio hacia la palabra hablada, sino un elogio del acto sobre el coloquio. ¿No son las palabras prescindibles? ¿A cuantos burros has visto hablar?
- El hombre tiene necesidades comunicativas –expresadas mediante el lenguaje- inherentes a su naturaleza, loco.
- ¡Y a mí que me cuentas! ¿Qué me importan sus necesidades? Me importan las mías.
- Esa actitud egoísta, de ególatra repugnante. Tú sabes que tampoco eres así (con cara de decepción).
- Vos sacás siempre lo mejor de mí mismo. Aunque no exista, aunque exista a medias.