miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sombras en la noche (XXIII)

¿Era acaso posible la autorrealización en un estado íngrimo? “Pensá en el hombre más solitario de la historia; ¿qué habría en su mente?, ¿misterio?”.




Y de fondo el you ain´t ever gonna burn my heart out, la voz aguda, próxima a quebrarse a quedar áfona; esos cuasi-chillidos de Noel Gallagher.



Y de superficie, mi amigo hablando, yo escuchando; ambos sentados. Sin nada que hacer. Con mucho que soñar. Con cada vez menos de qué hablar. Y la saliva expulsada por su boca hecha desecha en mil gotitas casi invisibles que llovían sobre mi cara desaforadas cada vez que su lengua chocaba con los dientes incisivos, cada vez que pronunciaba una S. Pero a mí no me importaba. Quizá sus gargajos estuviesen hechos de lo mismo que el aire. Misma composición química. Misma concatenación de átomos. Misma substancia. Quizá fuera asqueroso. Toda persona normal se hubiera quejado, yo no. Yo lo estimaba como era, con sus lapos disueltos secándose en mi cara. Qué más daba; se secarían sobre mi piel y dejarían de ser: to vanish.