Coincidíamos ambos en que la ciencia útil y el arte su antónimo. Sin embargo, yo mantenía extrañado que pese a su inutilidad, el arte valía más que la ciencia (por algo anteriormente explicado). Él me respondía que ni yo podría por mi animal condición vivir de manifestaciones de la belleza de la mente (fondo) trasformada por la mano (forma) humana. Y es así como quiero que me recuerden, como a un soñador para el cual la superficialidad de lo bello era lo más profundo de su existencia.