- Vaya nombre raro, ¿no?
- ¿Nombre raro por qué?
- No sé, versos rotos, versos rotos... suena como... no sé.
- ¿A qué suena?
- No estoy seguro.
- Pero ¿suena o no suena bien?
- Suena bien. No sé, tiene algo.
- ¿Y entonces?
- Bueno, el problema es que no sé qué coño son los versos rotos.
- ¿Los versos rotos?
- Sí.
- Los versos rotos no son más que una sucesión de frases.
- Una sucesión de frases...
- Sí. Empiezas a leer una serie de frases, una detrás de otra.
- ¿Y bien?
- Y a medida que lo vas leyendo parece que puede llegar a ser algo interesante.
- Entiendo.
- Lees, lees, y sigues leyendo.
- ¿Y al final?
- Al final terminas de leerlo. Y descubres algo muy interesante.
- ¿Qué descubres?
- Que no te aportan nada. Que has perdido el tiempo y que es basura.
- Vaya.
- Sin embargo...
- ¿Sin embargo?
- Sin embargo lees otro. Y otro, y otro, y otro. Y, aunque siguen, y seguirán sin aportarte nada... tú seguirás leyendo.
- ¿Por qué, maldita sea?
- Pues porque tienen algo. No sabes qué es. Pero eso da igual. Seguirás leyéndolos.