domingo, 17 de octubre de 2010

Viviendo en el ocaso

Viviendo en el ocaso






Allá en el ocaso, la locura vino a tu cabeza
Empezaste a sentir delirios
Mientras el mundo daba vueltas
Y viste que nuestro destino
Eran litronas de cerveza
Y viste que nuestro camino
Se desvanecía en cada espera.


Allá lejos en el ocaso, creíste hallar el amor
Y entre la sangre de la corona de Cristo
Buscaste en vano a Dios
Y soñando el séptimo cielo
Encontraste marchita una flor
Y clamando en la tenebrosa Iglesia
Supiste que no habría salvación.



Acá cerca en el ocaso, perdiste para siempre la fe
Y mirando la luz de las estrellas
Partió todo lo que parecías tener
Y caminando de nuevo sin rumbo
Dejaste a tu orgullo desaparecer
Y leyendo tu viejo diario
Viviste lo que no quiso ser.


Acá ahora en el ocaso, tus sueños son solo poemas
Y las canciones que siempre escuchas
Las sientes correr por tus venas
Y la sombra que al Sol emites
Es el cuerpo en el que te encierras
Y las mentiras que acaso dijiste
Son los deseos que más anhelas.


Allá en el lontano ocaso, los sueños son realidad
Y la muerte es un quimera
Y el tiempo no va con maldad
La verdad nadie la tiene
Y no hay felicidad
Toda certeza es contradictoria
Y todo dolor necesidad.


Aquí a las puertas del ocaso, nadie está aún vivo
Y la vida que escribí
Es mi alma que se ha ido
Y las palabras que una vez te dije
Son ya parte del olvido
Y el futuro que quisimos
Murió sin haber sido.



Allí cantando en el ocaso, nada podía existir
Y todo lo que hube conocido
Me mataba por querer morir
Y me dices que soy extraterrestre
Que sueña con ser astronauta
Y vivo sin encontrar el camino
Por el que quiero ir
Y vivo sin hallar la vida
Que desearía vivir.



Allá en la oscuridad del ocaso, no hay placer sin dolor
Y los suspiros que se escuchan
Son gritos de desesperación
Y los versos que recitas
Son como polvos sin condón
Y aquello que los cementerios esconden
Es la historia desecha en un cajón.



Acá bajo la luz del ocaso, el Sol no volverá a brillar
Y las sombras que nos rodean
Son el momento que al venir se va
Y las heridas que veo en tu rostro
Son la gloria que quisiste alcanzar
Y la ira que leo en tu mirada
Es la realidad que destruyó tu voluntad



Viviendo en el ocaso, las palabras parecen sobrar
Y nosotros, soñadores muertos
Condenados por siempre a fracasar
Y que fantaseando con las letras
En existencia mortal buscamos eternidad
Y al fin de todo niños
Que sin éxito intentan recuperar
El fulgor de los instantes
Donde la fantasía era real.