Pero nuestras dentaduras postizas y máscaras de oro quedarían acá para los descendientes de nuestros descendientes y nosotros que tanto nos hubimos esforzado por conseguir tantas cosas no seríamos ni ceniza. Y nuestros herederos despreciarían con cara de asco aquello por lo que sacrificamos nuestro tiempo y arduo trabajo. Y quizá lo arrojaran al vertedero (del olvido) por no tener valor pecuniario.