Habíamos de competir para ser el mejor de la clase en el colegio, instituto y universidad; y así tener el mejor salario para comprarse la casa más grande y el coche más caro (aunque sus caballos no sirvieran de nada debido a las restricciones de velocidad o a que nunca lo condujera porque prefería ahorrar tiempo yendo en avión o tren de alta velocidad) hipotecándonos después hasta los 80 con tal de tener una casa en el campo y otra en la playa a la que rara vez iríamos por estar siempre ocupados con nuestro vital trabajo.