Por el otro lado, la derecha sería sinónimo de libertad –muy alejada del conservadurismo y próxima a un anarcocapitalismo-. Esta postura era opuestamente contraria a la anterior ya que el concepto libertad, es antónimo del de equidad. Es bruscamente imposible estar planificado por el estado y a la misma vez hacer lo que te dé la gana. Ahora bien, el susodicho sistema se abolía a sí mismo, ya que los ciudadanos jamás escogerían libremente la opción de pagar impuestos –que no voluntarios- creando una destrucción asimismo de toda sociedad basada en unos principios a respetar. No habría por tanto bases, ni leyes o convenciones humanas que cumplir. Al fin, el hombre se vería liberado al ser reestablecida la ley anti-leyes; la ley de la jungla. En este estado natural –empleando la denominación propia de los filósofos pre-ilustrados como Rosseau, Locke o Hobbes- se efectuaría una selección natural de la especie humana bajo el lema: Only the strong survive. De este modo, no habría piedad y la vida del hombre carecería de todo valor objetivo. Tan fácil y aceptado (por la propia norma que excluía cualquier normativa) sería aplastar a una cucaracha como acuchillar a un hermano. Si esta suposición se diera, el humano no haría sino retroceder milenios para reencontrarse con su utopía.