A la izquierda le correspondía la igualdad, o sea, procurar que los ciudadanos vivieran en unas condiciones socioeconómicas lo más similar posible. Así, no existirían las clases ni las desigualdades e injusticias que se dan en nuestro mundo. A partir de ahí, comenzaba lo malo para Razic. Para cumplir este digno propósito, se coercían, se abolían las libertades de los ciudadanos ya que por mucha fortuna que intentaran hacer; siempre tendrían una circunstancia idéntica (siempre hablando en condiciones materiales) que el prójimo. Además, una parte esencial de su vida estaría controlada totalmente por el sistema antilibertario. Del mismo modo, este régimen sería viciado y condenado a desaparecer ya que los trabajadores en él no hallarían motivación alguna para continuar cumpliendo su labor al ver que hicieran lo que hicieran cobrarían siempre lo mismo. Y todo esto suponiendo que los gobernantes fueran honestos y probos, alejados de las corruptelas y fieles a los principios comunistas.