jueves, 23 de septiembre de 2010

Sombras en la noche (V)

De igual manera, cuando quedábamos para ir a algún lado me hacía coqueteos, flirteos, abrazos, agarrones y cogidas de la mano. Me veía necesitado de cariño, de calor humano, o así veía yo que me veía ella.




Aún así, yo permanecía la mayor parte del verano encerrado en mi parcela y saliendo en solitario para evadirme, hacer experimentos sociológicos y meditaciones metafísicas que aunque inútiles; mantenían mi mente ocupada en las nubes.



Ella, cuando venía su novio, que tenía que recorrer grandes distancias para verla, solía olvidarse (no por completo) de mí y me invitaba a cenar junto a ellos para que yo la viera arreglada abrazándose y morreándose con su novio universitario desde el sucio cristal opaco de mis gafas de Sol desde el mugriento cristal del vaso de cerveza que nunca estaba lo suficientemente lleno.