- ¿Y vos creés que vivimos de mentiras?
- No generalices.
- La pluralidad en el ser humano; una cualidad en peligro de extinción.
- Mientras tú existas no (entre risas, enseñando sus dientes amarillentos).
- Sí, pero tú me hiciste una noche unas valiosas declaraciones a este respecto mientras íbamos persiguiendo al metro (que no subterráneo).
- Me acuerdo. Te dije que nosotros movíamos la mano (metáfora del amor). El amor que supuestamente intentamos perseguir es un producto de nuestra mente; no un elemento objetivo al que deseamos por sus cualidades propias. Nuestro cerebro es el que hace que las cosas sean. Si amo a aquella mujer no es por que sea la más guapa ni la que más tetas tenga sino porque una serie de elementos químicos entrelazados entre sí en el seno del conjunto de mis neuronas.
- Sin embargo, no es tampoco ningún choco.
- Su imagen, es también un resultado de la percepción visual procesada por mi seso a partir de un elemento objetivo y tangible que es su cuerpo. Elemental amigo mío (con petulancia sabionda).