Pero el mundo estaba bien hecho, che. Cada uno recogía lo que sembraba, ganaba lo que luchaba, tenía lo que merecía. ¿Por qué iba a estar sujeto a nuestros malévolos caprichos? Acaso la idea de ser eterno era terrible, nos cansaríamos de vivir, querríamos experimentar nuevas cosas fuera de esta; la única existencia no ignota. Si los negros del África perecían de hambre era su culpa y no la mía. ¿Qué había hecho yo para que por naturaleza fueran anárquicos y salvajes? ¿Qué tenía que ver la sociedad occidental en sus guerras, luchas y genocidios fratricidas tribales?