viernes, 25 de diciembre de 2020

Los golpes de Estado de la II República (II): La Sanjurjada

 

La persecución religiosa –quema de edificios, asesinatos de miembros del clero, redacción de la Constitución-, y la reforma militar de Azaña habían generado un magno descontento en el ejército.

El trigger del golpe fue el asesinato y la mutilación salvaje de 4 Guardias Civiles en Castilblanco. Los culpables fueron primero condenados a pena de muerte y posteriormente 6 a cadena perpetua y otros 7 a 20 años de prisión. En el 36, el Frente Popular indultó a todos ellos.

Como consecuencia de ello,  ante otro posible linchamiento motivado por una huelga en la localidad riojana de Arnedo, la Guardia Civil descargó contra la multitud y mató a 6 varones y 5 mujeres. El teniente que dio la orden de disparar fue absuelto de los cargos por homicidio y lesiones que se le imputaron.

Posteriormente, Azaña, destituyó a Sanjurjo, director general de la Guardia Civil y lo nombró director del cuerpo de Carabineros: un cargo de menor importancia.

Se dice habitualmente que Sanjurjo quería acabar con el régimen republicano. Esto es falso. Ni la sanjurjada ni, en principio, el golpe del 36, pretendieron acabar con la República.

Sanjurjo antes de levantarse se reunió tres veces con Alejandro Lerroux a quién quería de presidente del Gobierno.

La ejecución del levantamiento fue chapucera. El golpe triunfó el 10 de agosto en Sevilla pero no así en Madrid. Ninguna otra capital lo siguió.

Azaña que conocía con bastante antelación los planes del general, con la colaboración del jefe de su gabinete militar y del Director General de Seguridad organizó la defensa del Ministerio de la Guerra –actual Cuartel General del Ejército emplazado en Cibeles, Madrid- del que tuvieron que retirarse los sublevados. Otro grupo intentó apoderarse del Palacio de Comunicaciones, pero acabaron siendo hechos prisioneros.

En la tarde del 10 de agosto, una vez conocido el fracaso en la capital del Estado, salieron dos trenes militares a Sevilla y se movilizaron varias escuadrillas de aviación. Varios oficiales afines a Sanjurjo le comunicaron que no combatirían y le recomendaron huir a Portugal.

Sanjurjo fue capturado en Ayamonte, localidad fronteriza con el país luso, junto al general García de la Herrán y el teniente coronel Emilio Esteban Infantes.

Condenado a muerte por un consejo de guerra, la pena le fue conmutada por la de cadena perpetua a fuer de un decreto del presidente de la República, Alcalá- Zamora.

Finalmente Lerroux le amnistió al llegar al poder.